El sabio es el que ha abandonado la falsa seriedad de la existencia: los suspiros sacrificados del camello-mártir, el crispado sentido del honor del arrogante león. Es el que conoce, con Heráclito, el gran secreto:
El Ser es un niño que juega.
“El tiempo es un niño que mueve las fichas en un juego.
El poder real es del Niño” (Heráclito, fragmento 52).
viernes, 7 de noviembre de 2008
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