domingo, 6 de julio de 2008

Cómo cocinar tu vida

La comida condiciona la vida y la vida condiciona la comida. Doris Dörrie y el maestro zen Edward Brown demuestran que comer es algo más que ingerir alimentos. Cocinar es un festival de sensaciones y un acto de amor y de generosidad.

Durante el verano de 2006, Doris Dörrie y su equipo filmaron a Edward Brown en sus clases de cocina en el Centro Budista de Scheibbs, en Austria y en dos centros budistas de California, el Centro Tassajara Zen Mountain y el Zen Center de San Francisco, al que acuden gente de todas las edades.

Sus recetas son sencillas, pero ricas en sabores y aromas. How to Cook your Life no incluye ningún tipo de comentario. La cámara es como una participante más en las clases. Captura la mesa de madera recubierta de harina, los rábanos, las naranjas y las zanahorias. Con ella se aprende a entender la anatomía y la vida propia de la levadura, la elaboración de las tartas, la pizza o el pan. La cámara recoge también las conferencias de Edward Brown basadas en la antigua tradición zen del maestro Dogen, el fundador de la Escuela Zen Soto. En 1283, Dogen escribió un libro de cocina en el que animaba a los lectores a descubrir a Buda lavando arroz o amasando.

Edward Brown. de una manera práctica y entretenida, sabe como enseñarnos todos estos pensamientos filosóficos. Para él, el mundo es como una sandía y en sus cacerolas cocina ríos y montañas. Con sus clases intenta darnos respuesta a estas preguntas: ¿Cuál es el significado de cocinar y de comer para una comunidad?¿y para un individuo?¿Cocinar es un acto político?¿Cómo refleja la cocina nuestra actitud ante la vida y ante el mundo?

Las observaciones de Doris Dörrie en San Francisco revelan un mundo de contradicciones y diversidad que va desde los restaurantes de comida rápida, los granjeros, los sin techo o una mujer que sólo come lo que los demás tiran. El 80% de los estadounidenses no comen en casa, ni cocinan. Si no sabes cocinar y eres pobre, tienes que vivir de la comida barata y mala. El hecho de no tener tiempo para cocinar o para comer juntos es una pérdida de rasgos culturales y comunitarios. Aprender a cocinar significa experimentar y preservar la riqueza de nuestra propia cultura y nuestras tradiciones.

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