sábado, 20 de noviembre de 2010

Anónimo

El distraído tropezó con ella.
El violento la usó como proyectil.
El emprendedor construyó con ella.
El caminante cansado, la usó como asiento.
Para los niños fue un juguete.
Drummond hizo poesía con ella.
David mató a Goliat.
Michelángelo extrajo de ella, la más bella escultura.
En todos los casos la diferencia no estaba en la piedra, sino en el hombre.

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