martes, 14 de abril de 2009

La muerte es un viaje en tren

Hay días en que la idea de la muerte

viaja en mi como un largo tren de lujo

con mullidos asientos de terciopelo.

Serán leves los paisajes de la ventana

y el desconocido que lee el periódico

en el compartimento

me invitará a escoger una galleta.

Me gusta la idea de quitarme los zapatos

inmóvil avanzar veloz a través de verdes y húmedas extensiones

¿Por qué va ser negra la muerte y no verde?

¿Quién puede certificar su color?

En la estación, los amigos leales

me habrán despedido con naturalidad;

otros alardearán de intimidades

o discutirán en detalle la ceremonia de la partida.

Ya ninguno de ellos se reflejará en las ventanas

Como tampoco me reflejaré yo

o el desconocido leyendo el periódico en el vagón.

Las imágenes de este dolor que vivo

quizás las sacaré entonces de la caja de sombreros.

Las extenderé sobre el asiento vacío.

Se las mostraré al acompañante mudo.

El dolor se habrá envejecido, amarillado.

Lucirá mustio y hasta sentiré nostalgia

igual que ante la foto de la infancia

la niña, la pelota sobre la playa.

Ah!

Que días estos

en que la muerte

viaja en mí

como un largo tren de lujo

con mullidos asientos de terciopelo.


Gioconda Belli. El ojo de la mujer (Antología, 1991)

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