domingo, 13 de abril de 2008

Aprender de las hormigas

El cerebro de una hormiga es como una mota de polvo y resulta admirable constatar lo que llegaron a conseguir con un cerebro equivalente a la millonésima parte del de un ser humano.Una colonia de hormigas puede llegar a tener cinco mil individuos. Son animales con un elevado nivel de organización y, lo sorprendente, es que ningún individuo tiene una visión global del sistema. Ellas no tienen guardas urbanos ni ingenieros de urbanismo, ni ningún plan previo o jefe que coordine sus actividades. Su autoorganización a nivel de colonia emerge desde el nivel individual. Es una manera de trabajar muy distinta de la nuestra, viviendo atenazados, cuando no aterrados, por el control jerárquico.El plan de un hormiguero se asienta en la cooperación entre sus individuos aunque, simultáneamente, las colonias siempre están en guerra entre ellas –de hecho, son las criaturas más belicosas del planeta-. Las hormigas tienen una serie de comportamientos muy complejos por medio de los cuales cooperan entre los miembros de la comunidad. En lugar de usar palabras, se comunican mediante cincuenta mensajes diferentes que surgen de combinaciones de feromonas.Los departamentos de recursos humanos de las multinacionales y consultores estratégicos más innovadores y modernos están intentando ahora copiar a las hormigas. Se puede impulsar un proyecto soportado por la cooperación a nivel individual. Si las hormigas o la gente se siente libre, enamorada de su proyecto colectivo, sin el peso de los que mandan en función de una idea parida en las alturas, se sienten mejor y son, por lo tanto, más eficaces.Eduardo Punset

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