sábado, 19 de abril de 2008

La alianza entre los sentimientos y la razón

Nada nos hace sentir tan humanos como las emociones. Tan humanos y tan dependientes. Cuando un sentimiento poderoso nos invade, ocupa casi todo el espacio de nuestra mente y consume buena parte de nuestro tiempo. Si ese sentimiento es indeseable, sólo hay una forma rápida de eliminarlo, de sacarlo de nuestra mente: otra emoción, otro sentimiento más fuerte, incompatible con el que queremos desterrar. Basta darnos cuenta como cambia instantáneamente nuestro mal humor y agresividad hacia ese conductor que se nos cruza y casi nos atropella cuando nos enteramos de que se dirige al hospital donde acaban de ingresar muy grave a un familiar. Llegamos incluso a sentirnos culpables y avergonzados de nuestro enfado precedente. Pero lo que cambia al saber lo que pasaba no es el daño que ese conductor nos había hecho, sino nuestro modo de considerarlo. La simple razón -¡tranquilo hombre, no pasó nada!- no tiene la capacidad de una nueva emoción incompatible con nuestro actual sentimiento para cambiar casi instantáneamente el modo en que vemos las cosas. Con el paso del tiempo hasta los sentimientos más fuertes se desvanecen, pero a corto y medio plazo en la mayoría de ocasiones de la vida sólo las propias emociones tienen capacidad para superarse a sí mismas.
"Emoción y razón son procesos mucho más inseparables de lo que solemos creer."
Como ha dicho el neuropsicólogo Antonio Damasio, lo mejor del comportamiento humano no se halla necesariamente bajo control del genoma. Podemos aprender a establecer alianzas entre nuestros sentimientos y nuestra razón. En la práctica ese aprendizaje puede resultar lento y costoso, pero vale la pena intentarlo, porque vivimos en un mundo hostil, donde nada hay como las emociones positivas para disminuir el conflicto y aumentar la cooperación entre las personas. “Saber vivir es convertir en placeres lo que debían ser pesares”, afirma Gracián. Aprendamos pues a utilizar la razón para cambiar los sentimientos negativos, para convertir el odio en compasión, la frustración y la aflicción en empeño por superarnos, la envidia en respeto y admiración, y la soberbia en humildad.
Ignacio Morgado/COMUNIDAD SMART

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